lunes, 18 de mayo de 2015

Por qué Oriol Junqueras puede perder la alcaldía de su pueblo

Oriol Junqueras es alcalde de Sant Vicenç dels Horts, un pueblo de mayoría castellanohablante de casi 30.000 personas. Para gobernar en 2011 y aspirar ahora a repetir mandato, el presidente de Esquerra Republicana ha tenido que ceder y compartir lista con gente con la que tiene una afinidad menor. Ese equilibrio ha creado malestar entre militantes históricos del partido. La oposición acusa también a Junqueras de dedicarse menos a su pueblo que al independentismo.

El mercado semanal de Sant Vicenç dels Horts tiene falsificaciones divinas: calzoncillos Ghlain Klain y gafas de sol Ray Beri. Tiene también toallas “de Portugal” a tres euros y “de ducha” a siete.

En plena campaña electoral hay políticos. Las grandes formaciones tienen una pequeña carpa con sus colores: PSC, CiU, Ciudadanos. Los de Podemos, que se presentan aquí como Sant Vicenç dels Horts Sí Puede, han comprado una verde por 24 euros. Es el color de Iniciativa pero no tenían fondos para tela morada.

En Iniciativa reparten pasquines sin protección. Pero la carpa que más se echa de menos es la del alcalde de Sant Vicenç, Oriol Junqueras. Presidente de ERC y diputado en el Parlament de Catalunya, Junqueras sólo pasea por el mercado, no se queda.

En las elecciones de 2011 quedó segunda una lista llamada Junts per Sant Vicenç y que lideraba Junqueras. La formaban militantes de Esquerra y un grupo de ciudadanos bautizados como Vicentins pel Canvi. Con el apoyo de CiU y Iniciativa alcanzaron la mayoría y dejaron al PSC, la lista más votada, fuera del gobierno municipal. Ayudó que la entonces alcalde socialista, Amparo Piqueras, fuera poco popular entre la oposición.

Sant Vicenç dels Horts es un pueblo en el límite del cinturón rojo de Barcelona. Tiene cerca lugares más independentistas como Molins de Rei, Vallirana o Cervelló. Pero la mayoría de sus habitantes habla castellano: “Los castellanohablantes ganamos por goleada”, dice Manuel Ortega, número tres de la lista de Junqueras. “Somos un 70% frente a un 30%”, dice Javier Alarcón, de Podemos.

Pregunto a Junqueras en el mercado si en un pueblo así su perfil más público puede perjudicarle. “Mi perfil es el mismo que en 2011, todo el mundo me conocía. Los periodistas ya inventáis”, dice. Saca un folleto electoral, donde pone abajo en blanco y negro Junts per Sant Vicenç = Vicentins pel Canvi + Esquerra Republicana y dice: “Es de segundo de Primaria: 2 = 1 + 1″.

Junqueras no tiene ganas de hablar con periodistas: “No conozco al alcalde, pero me han dicho que es buenísimo”, dice con sorna. Jordi Gil, concejal de Iniciativa, y miembro del equipo de gobierno, lo oye y se ríe: “¡Qué bueno, Oriol, qué grande!”.

En los carteles del pueblo no aparecen las siglas de ERC. Antes de ser alcalde, Junqueras era eurodiputado por la coalición Europa de los Pueblos y había salido en un programa de la tele catalana como historiador. En las elecciones autonómicas de 2010, su partido había quedado quinto. En mayo de 2011, por tanto, era menos conocido y la independencia de Cataluña no estaba en la agenda. Unos meses después, llegó a la presidencia del partido y tras la gran manifestación del 11 de septiembre en 2012 y las elecciones, fue elegido diputado en el Parlament.

El objetivo político de Oriol Junqueras está lejos de su pueblo. “No sé qué deparará el futuro y lo mejor desde el punto de vista de mi familia es que nunca sea presidente de Cataluña; si preguntáis en mi casa os dirán que prefieren que no lo sea”, dijo en febrero en un vermú. Si le preguntáramos a él, por tanto, preferiría serlo.

Pero en estas elecciones buena parte de todo ese prestigio estará en manos de poco más de 10.000 personas. En Sant Vicenç viven 28.000, el censo es de 19.000 y vota en municipales entre un 50% o un 60%. El primer concejal cuesta más de 600 votos. Luego cada nuevo concejal cuesta entre 400 y 500 votos más. Junqueras tiene su futuro político en manos de pocas personas.

El paseo de Junqueras por el mercado termina rápido. Saluda a las abuelas con poco salero de político. “Junqueras no sabe dar besos a las yayas”, dice Miguel Comino, el aspirante socialista a la alcaldía y líder de la oposición.

En el mercado sólo se oye castellano. Una abuela le dice en ese idioma al alcalde que le vio “guapo” por la tele pero le ve menos por el pueblo. “Aquí estoy”, le dice Junqueras. Le pregunto a esa abuela si sabe que Junqueras es independentista. “¿Cómo?”, dice. No lo sabe.

Oriol Junqueras tiene dos problemas para revalidar mayoría en Sant Vicenç dels Horts: es independentista en un pueblo que no lo es y sus obligaciones fuera del pueblo le han hecho estar menos presente.

En Sant Vicenç hay un pleno mensual y una junta de gobierno semanal que se celebra los viernes. La oposición reconoce que en los plenos sí estaba. Pero es imposible saber a cuántas juntas de gobierno ha asistido en sus cuatro años como alcalde.

La transparencia no ha llegado al Ayuntamiento de Sant Vicenç dels Horts. En la web hay colgado un resumen de las decisiones de las juntas de 2015 pero no los concejales que asistieron.

La secretaria del consistorio, Cristina Gelabert, promete que el alcalde “estaba casi siempre, un 80% o un 90% de las veces” pero no me deja ver las actas. Un concejal del Gobierno que habló conmigo on the record pero que luego llamó para echarse atrás me dijo que el alcalde acudió a “un 50% o un 60% de las juntas”. “Nos ha dado libertad, ha delegado todo. Los concejales éramos los reyes del mambo”, dice.
El cisma y Juego de Tronos

Oriol Junqueras es el presidente de ERC. Pero cuando se vaya de su pueblo a causas mayores puede dejar la sección local del partido hecha trizas. Es quizá el precio de la victoria. El estallido del cisma en Esquerra fue la salida de la lista de dos históricos de Esquerra en el municipio: los concejales Imma Prat y Jordi Soto.

Se despidieron en su último pleno del 16 de abril. Fue dramático. Soto dijo: “No quiero que esto se acabe, pero algunos quieren que me vaya”. Hizo un símil futbolístico: “El entrenador o el equipo técnico han decidido cambiar de jugadores” a pesar de no perder. Cerró su discurso con una comparación con Juego de Tronos: “Soy víctima de Cersei Lannister”, que es la mala que mueve el poder desde la sombra en la serie.

Prat, en su despedida, lloró varias veces. “Nunca debemos olvidar de dónde venimos para seguir avanzando”, dijo. Los dos elogiaron a Junqueras: “Pasarás a la historia de este país”, le dijo Soto. Y Prat: “Deseo, Oriol, que sigas trabajando con acierto y tenacidad por la causa que compartimos”.

Nadie sabe o quiere contar qué ha pasado exactamente. La política municipal es asombrosamente familiar: hay hijas y cuñados de otros partidos por todas partes. Todas las personas con quienes hablé coinciden en el valor de los cesantes. Sobre todo la de Prat y su labor al frente de la concejalía de cultura. Desde Esquerra Republicana dan dos versiones. La primera, que había que renovar a los concejales, según dice el estudiante de Políticas Arnau Mata, número siete de la lista. La segunda, que los dos expulsados iban demasiado por libre y tomaban decisiones independientes de la sección local del partido, según Paco Rodríguez, otro histórico que va esta vez como número cinco.

Hablé con una mujer que estuvo en listas anteriores de ERC. “Ya puedes poner que varios militantes de toda la vida no vamos a votar a Esquerra”, dijo. Imma Prat no quiso hablar por teléfono pero sí me contestó un correo: “Nadie nos dio directamente una explicación de por qué no vamos en la lista”, escribía antes de decir: “Entiendo que haces tu trabajo [al preguntar], pero soy independentista y no quiero poner en dificultades el proceso soberanista”.

Hay una batalla evidente de origen incierto -es probable que surgiera de rencillas personales- entre los representantes de ERC y miembros del grupo Vicentins pel Canvi: “Ya no hay reuniones del partido a solas”, lamenta una histórica. Cada lunes a las nueve y media de la noche se ven con la gente de Junts per Sant Vicenç.

Manuel Ortega es un miembro nuevo y va en el número tres de la lista. No es independentista. “La gente aquí es sobre todo oriolista“, dice. Tiene un argumento particular para convencer a los vecinos de su barrio de que lo mejor es votar a un partido independentista: “No importa si Sant Vicenç está en Andorra, en Francia o en España. Los problemas son los mismos”. Junqueras ayuda a resolverlos. En este vídeo electoral sale con Maite Aymerich, vieja militante del partido que va de número dos.

Hace unos años, Ortega quiso entrar en política. Miró el programa de UPyD pero no encajaba. Fran Infante, amigo y hoy número seis de Junts, “era muy de Anguita”, dice Ortega. Pero por algún motivo decidieron que Junts era el que “tenía más cara y ojos”. Luego Junqueras les ayudó para que saliera bien el ERE de Fercable, la empresa donde trabajaban y cuyo comité sindical dirigían. Otra empresa les compró, recolocaron a la mitad (entre ellos a Ortega e Infante) y la otra mitad recibió mejores indemnizaciones. Junqueras hizo venir ayuda desde Barcelona, incluso una diputada de CiU. Ningún otro partido fuera del gobierno movió un dedo por Ortega e Infante. No está claro sin embargo que Ortega se quede en el ayuntamiento si ganan y gobiernan. “Tengo un buen sueldo”, dice. En el municipio se reparten sueldos de una media de 30.000 euros.

¿Qué pasará si el alcalde no gana o se vaya a causas mayores? Los oriolistas se quedarán sin líder y Esquerra Republicana en Sant Vicenç puede pasar una época de baches. La apuesta de Junqueras y del partido es clara: hay más votos en los barrios castellanohablantes que en la Vila Vella catalana. Pero es un riesgo prescindir de gente bien considerada: “He mirado la lista y la gente es menos capaz”, dice el propietario de un bar al que a veces va Junqueras. Este mensaje anónimo y sus comentarios dan algún detalle más.

En una charla del 6 de abril, en pleno cisma dentro del partido, Junqueras explicó su tesis para unirse a Vicentins pel Canvi. Describe a dos personas que no les gusta cómo van las cosas en el pueblo. Uno es así: “Era ex militante del PSUC [Partit Socialista Unificat de Catalunya], del Partit Comunista de Catalunya, militante de Comisiones Obreras”. Es decir, local, de “los de siempre”, como dice luego.

Por algún motivo, el vídeo se corta y no sabemos cómo describe al otro. Pero la conclusión vale igual: uno y otro solo podían ganar si un día se unían. De ahí el nombre Junts: “La primera vez que lo hicimos [en 2011], ganamos. ¿Cómo se cambia? Construyendo grandes mayorías. Eso no siempre es fácil porque te obliga a ponerte de acuerdo con aquéllos con los que no te apetece ponerte de acuerdo. La alternativa a ponerte de acuerdo y ganar es perder. Y perder es muy duro”. Así lo hizo en Sant Vicenç en 2011 y ahora lo intenta hacer de nuevo en un panorama más difícil.
La magia de las urnas

En 1995 ERC no obtuvo representación en Sant Vicenç dels Horts. En 1999 tuvo un concejal. tres en 2003, cuatro en 2007 ya con Junqueras como cabeza de lista y seis en 2011 dentro de la coalición Junts per Sant Vicenç.

Hace unos meses Oriol Junqueras estaba confiado: en las autonómicas de 2012 el partido -sin Junts- sacó 3.197 votos. Arnau Mata recuerda el número de memoria. Fueron la primera fuerza del pueblo. El PSC se quedó con 2.533. Un resultado así llevaría a Junqueras a renovar casi seguro el cargo.

Pero el ambiente de 2015 no es el de 2012. Las municipales son también comicios distintos y los socialistas los ganan desde 2003, aunque en 2011 no pudieran formar gobierno.

Junqueras sólo tiene un camino fácil hacia la reelección: mantener la coalición de gobierno con CiU e Iniciativa, que tuvieron tres concejales cada uno en 2011. Es muy difícil. Podemos y Ciudadanos rascarán votos. En las europeas sacaron suficientes para tener al menos un concejal. Ambos confían en que lograrán más.

Si su Gobierno no suma, la opción de Junqueras es ser la lista más votada y que los socialistas acepten entrar. El líder socialista, Miguel Comino, ha hecho una campaña personal: “Del alcalde que no está al alcalde que está”. Sería difícil apoyar la investidura del alcalde que “no va a estar”.


La respuesta de Junts es presentar a Junqueras como el político que no necesita una poltrona y se la cede a quien sí la necesita.


A Comino, si gana, no le importaría pactar con Junts: “Estaré encantado de que Oriol Junqueras sea mi primer teniente de alcalde”, dice. No pasará. En Podemos y Ciudadanos, Junqueras levanta poca simpatía. Podría por tanto haber un pacto entre los socialistas y las fuerzas emergentes.

A principios de este siglo, Sant Vicenç dels Horts era el segundo pueblo con más deuda por habitante de España después de Marbella pero singlamour. “Éramos un pueblo de quillos“, dice una residente. La gestión de Pere Meroño, concejal de Hacienda socialista entre 2003 y 2011, ayudó a reducir la deuda. La tendencia ha seguido con Miquel Font, de CiU, como se ve en España en cifras aunque tiene el pueblo el paro más alto de la comarca.

La fama de Junqueras ha dado al pueblo más presencia fuera: es la sensación de ser algo más por ser del mismo pueblo que un famoso. Pero esa fama independentista no encaja con el pueblo: debido al debate interno en Junts, Sant Vicenç no entró en la Asociación de Municipios por la Independencia hasta septiembre de 2012, meses después de su creación. Es otra prueba de la necesaria ambigüedad de Oriol Junqueras para gobernar Sant Vicenç dels Horts.

http://www.elespanol.com/actualidad/por-que-oriol-junqueras-puede-perder-la-alcaldia-de-su-pueblo/

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