jueves, 5 de diciembre de 2013

El mundo reniega de la Cataluña independiente

LA OTAN y la UE le dicen a Artur Mas y Alex Salmond que no, que sus regiones no pueden entrar a estos organismos sin el plácet unánime del resto de miembros. Y ellos siguen haciendo oídos sordos

ABC

A la Cataluña independiente, a esa Cataluña a la que su «molt honorable president» está empeñado en preguntarle este próximo año 2014 si quiere escindirse de España para caminar en un contexto internacional diferente, le llueven capones precisamente fuera de sus fronteras. Parece que Artur Mas va a seguir haciendo oídos sordos, pero desde todas las instancias y autoridades internacionales se le está repitiendo, una y otra vez, semana tras semana, que no tienen sentido su referendo ni sus aspiraciones soberanistas. Claro que también en esta ocasión se hace válido el dicho de que «no hay peor ciego que el que no quiere ver» y el líder convergente cuenta por órdagos «a los grandes»sus respuestas a esos pescozones. 

La OTAN ha sido el último organismo que le ha dicho «no» a la Cataluña independiente. De hecho, este lunes la Organización del Tratado del Atlántico Norte se unió al discurso contrario a la línea defendida por Escocia o Cataluña y remarcó que cualquier miembro que ambicione entrar en la organización militar con voz propia precisa de la aprobación del resto de aliados. No tendrá cobertura bajo el paraguas de la Alianza Internacional la región de Artur Mas, si bien en la OTAN no existe una gran preocupación por este asunto, aseguró este 2 de noviembre su portavoz, Oana Lungescu, a preguntas de los informadores en la capital comunitaria. De acuerdo con el texto fundacional del Tratado del Atlántico Norte, que fue rubricado en Washington en el año 1949, las partes o Estados miembros sí pueden invitar a la organización a algún miembro, e incluso «el Estado invitado puede llegar a ser parte del Tratado si deposita su documento de adhesión ante el Gobierno de Estados Unidos de América, que informará a cada una de las partes». La condición «sine qua non» para ingresar estriba en que haya consenso de los aliados y éste no se produciría, según lo dicho, en los casos mencionados.

La OTAN se convertiría en un obstáculo para las aspiraciones de Mas, como también lo ha dejado claro en varias ocasiones Bruselas. La Comisión Europea se pronuncia inflexible cada vez que se le interroga respecto a esa hipotética salida de Cataluña respecto de uno de sus Veintiocho Estados miembros. Como recordó ABC, ya en 2012 la vicepresidenta de la CE Viviane Redingreafirmó la posición oficial asestando una contundente negativa a las primeras soflamas independentistas del tándem CiU-ERC. Posteriormente, otro vicepresidente y comisario español de Competencia, Joaquín Almunia, también se pronunció en sintonía: «Si una parte del territorio se separase, esa parte se queda fuera y debería volver a empezar si desea ingresar en la UE».

Tras la Diada de septiembre de 2013, la máxima autoridad comunitaria volvió a salir al paso del incremento del fervor secesionista en la Comunidad española. Abundó en cuál sería su proceder en caso de que territorios como Escocia y Cataluña sigan queriendo desgajarse de la nación que les da forma: quedarían al margen del contexto supranacional, y cada uno de esos territorios proclamados unilateralmente independientes deberían solicitar y negociar su anexión al contexto comunitario, con cada uno de los veintiocho Estados. Todos ellos tienen derecho de veto a tal opción. El plácet unánime de los Estados miembros sería la única vía para que Cataluña se inscribiese, como ha hecho Croacia en último lugar, en el marco europeo. Como Mas, el ministro principal escocés Alex Salmond sigue reiterando que su departamento independiente querría pertenecer en todo caso a la UE y también a la OTAN, soslayando los condicionantes que tendrían que salvar para ello. 

Bruselas despeja el balón

En Bruselas despejan pronto el debate, puesto que una separación implicaría para el nuevo Estado la salida directa del bloque (pese a los intentos de Oriol Junqueras, líder de ERC, por asegurar a los catalanes que mantendrían una doble nacionalidad española y catalana para permanecer en la UE como ciudadanos de pleno rango y disfrutar del libre derecho de tránsito de personas y mercancías) y luego éste tendría que negociar su entrada con cada Estado, bilateralmente, hasta que a la postre su anexión requiriría del quórum completo y aprobatorio de los países.

Mas la causa proindependencia de Cataluña no gana adeptos fuera de España, ni dentro tampoco. Un corifeo de voces, económico-financieras, políticas y sociales, se manifiestan en contra de una eventual salida de la autonomía del cuadro nacional y su complejísimo encaje en las entidades mundiales. Desde el Banco de España, a expresidentes del Gobierno como Felipe González y José María Aznar, pasando por líderes empresariales como el también banqueroJosé Ignacio Goirigolzarri, y catalanescomo el presidente de los cavas catalanes por excelencia, José Luis Bonet Ferrer (de Freixenet) no creen a resultas en el proceso soberanista. Les preocupa, por el perjuicio que infligiría a la economía española,;también a la quiebra económica a la que conduciría -según sus perspectivas- a la propia Cataluña independiente. 

Así las cosas, algunas de las expresiones que se han volcado públicamente en contra de una discusión en la que ERC y CiU parecen sentirse a gusto son, a vuelapluma, las siguientes:

-Luis María Linde, gobernador del Banco de España: «Si Cataluña se separara de España, ambas economías sufrirían».

-El presidente de Bankia, Goirigolzarri, coincide con Linde en que la secesión de Cataluña sería «muy mala» para España y para la región y auguró el fracaso de las ansias independentistas catalanas. «Es una cosa mala y todos nos daremos cuenta, tarde o temprano, de que es así».

-Felipe González alertó contra la fractura social que viviría Cataluña y hacia la que camina, obcecada en su afán sedicioso. «La independencia catalana como objetivo es imposible», remató el socialista.

-Bonet Ferrer mentó, incluso para un artículo del rotativo «The New York Times», que no eran provechosas las «tensiones» surgidas entre Cataluña y España, al tiempo que aseveró que la mejor senda para todos es quedarse con el actual status quo. «Cataluña es una parte esencial de España y así debería continuar», atajó.

En el mundo intelectual se se firma contra una independencia poco fructífera-Otros empresarios catalanes consultados, como Salvador Alemany, presidente de Abertis, señaló que para los empresarios lo mejor es el consenso por parte de todo el país yno el conflicto o la incertidumbre. Algunos empresarios han repetido también una frase que debería ser un aldabonazo a las determinaciones políticas que pecan de cierta ceguera: se es parte de una economía independiente y global, así que todo lo que sea no recorrer el camino juntos va en detrimento de las cuentas de ingresos y resultados.

-Asimismo, desde el mundo intelectual, numerosas personalidades han firmado documentos y manifiestos en contra de quebrantar el marco constitucional actual del país. Como muestra, en páginas de ABC, el abogado y escritor Ildefonso Falcones (Barcelona, 1959, y autor del «best-seller» «La Catedral del Mar», de la Editorial Grijalbo) no se detuvo en medias tintas y vaticinó que la independencia de Cataluña «sería la mayor catástrofe para los catalanes, porque supondría un desastre económico».

Las voces siguen sonando, y repiquetean con su no a la independencia de Cataluña en cualesquiera altavoces que se utilicen. Y la sordera en Barcelona, como lo es en Edimburgo, continúa siendo apabullante.

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