viernes, 18 de octubre de 2013

El Alma de los Animales…


Son innumerables los casos de animales que realizan actos portentosos de fidelidad y amor a los seres humanos. Es conmovedora la historia de Alex, un loro gris que el día antes de morir le dijo a su dueña: “Se buena. Te quiero”.

Una ballena beluga que sacó del mar a un buceador que había quedado atrapado en el hielo, o unos chimpacés que cuando un compañero murió se abrazaron en silencio y solemnidad en el momento en que los cuidadores llegaron a retirar el cadáver.

Siempre he escuchado que los animales no tienen alma pero tengo animales en casa, especialmente gatos, y la convivencia y el compartir tantas cosas con ellos me han llevado a dudar rotundamente de esa creencia popular.

Todo aquel que haya tenido la hermosa experiencia de compartir su vida con un animal, sabrá de lo que estoy hablando. Se trata de sus ojos, de su comportamiento, de sus miradas, su carácter, su lealtad y su amor incondicional.

Cuentan, aquellos que realizan viajes astrales, que en ese otro mundo paralelo al nuestro, se encuentran con muchos animales. Existen innumerables experiencias con mascotas fallecidas e incluso comentan que a nivel telepático puedes tener pequeñas conversaciones, muy simples eso sí, con ellos. También es muy frecuente encontrar a los animales domésticos vivos, especialmente gatos, en ese plano.

Para los animales, el desdoblamiento astral es algo sencillo, en cambio, los seres humanos hemos perdido la habilidad de hacerlo de forma consciente y debemos aprender como si fuésemos niños chicos.

Algo que también se escucha es que los animales poseen un alma grupal o colectiva porque aún no han evolucionado como seres individuales o son incapaces de hacerlo. Pero hay muchos testimonios de personas que realizan viajes astrales que hablan de la existencia de animales con conciencia individual.

Aunque existe una diferencia entre unas especies animales y otras: animales como insectos, anfibios y otros, poseen un alma colectiva mientras que los animales que viven en contacto con seres humanos como gatos, perros o caballos tienen un alma individual.

Todos los testimonios coinciden: los animales que conviven con nosotros y que tanta sensibilidad y amor nos dan en vida, son mucho más inteligentes en esa otra realidad astral y parece que responden a las necesidades humanas.

Cada noche los seres humanos hacemos un viaje astral inconsciente pues una de las finalidades del sueño humano es “recargarnos” de energía universal.

Los gatos muchas veces nos acompañan y protegen nuestro cuerpo en el viaje astral, vigilan nuestra evolución, y son grandes transmutadores de energía. No es casualidad que los egipcios embalsamasen a sus gatos, sabían de su poder.

Tampoco es casualidad ver como algunos animales domésticos comienzan a seguir con la mirada fija un punto invisible en el techo o la pared. Ellos poseen visión astral, por eso nosotros no podemos ver lo que ellos ven. Incluso cuentan que cuando viajas por ese misterioso plano de existencia, los animales te detectan, ladrando o maullando a tu paso.

El hecho de que algunos animales tengan una proyección de su existencia, en el caso de los animales “vivos” y que haya una supervivencia en el caso de los animales “fallecidos”, demuestra la presencia de una conciencia que trasciende esta realidad física.

El hecho determinante de que los animales ayuden a las personas y que incluso, en casos extremos, hayan dado su vida por ayudarnos o salvarnos, demuestra que tienen un libre albedrío, que deciden ayudarnos y no quedarse inmóviles.

Ese acto de generosidad solo puede provenir de un espíritu evolucionado, de un alma, de una forma de conciencia que, como dice Antonio Moraga, uno de los mayores expertos en el viaje astral en este país, “los animales también tienen espíritus guías que poseen caracteres nada inferiores al mejor de los hombres”.

Viendo la realidad de un modo más amplio, es decir, abriendo nuestra mente a esas maravillosas experiencias que nos cuentan algunas personas, entendemos las cosas de forma diferente, de una forma más humilde y respetuosa hacia los sentimientos de esos seres increíbles mal llamados animales.

Fuente: Buena Siembra

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