martes, 17 de septiembre de 2013

Al-Mustaqbal: "Siria ha movido armas químicas a Irak y el Líbano" y El secreto de los gases israelíes


Un diario libanés afirma que 20 camiones cruzaron a Irak la semana pasada con equipo y material utilizado para la fabricación de armas químicas.

Siria habría movido 20 camiones de equipo y material utilizado para la fabricación de armas químicas a la vecina Irak, informó este domingo el diario libanés Al-Mustaqbal. El gobierno de Bagdad ha negado las acusaciones de que está ayudando al gobierno sirio a ocultar sus arsenales químicos.

El informe se produjo apenas un día después de que Estados Unidos y Rusia llegaran a un acuerdo que estipula que el régimen del presidente sirio Bashar Assad debía destruir su arsenal químico para evitar un asalto militar estadounidense.

El periódico informó que los camiones cruzaron la frontera que separa Siria con Irak a lo largo del jueves y el viernes. Los guardias fronterizos no inspeccionaron el contenido de los camiones, lo que aumenta las sospechas de que contenían carga ilícita, de acuerdo con Al-Mustaqbal.

Al-Mustaqbal, una publicación que durante mucho tiempo ha estado afiliada a elementos políticos anti-sirios en el Líbano, citó a un portavoz del Ministerio del Interior iraquí, Saad Maan, diciendo que las fuerzas de seguridad fueron desplegadas a lo largo de la frontera y estaban revisando todos los vehículos que entraban en el país.

"El Irak de hoy no es el Irak de Saddam Hussein", dijo. "No es un Irak que recurre al uso de armas químicas contra su propio pueblo o en contra de sus vecinos."


"Estas acusaciones son solo rumores y no sirven para nada y nadie las cree", dijo. La semana pasada, el jefe del Ejército Libre de Siria dijo a CNN que la inteligencia de la oposición indicó que Assad estaba moviendo armas químicas fuera del país.

"Hoy en día, tenemos información de que el régimen comenzó a mover los materiales químicos y armas químicas hacia el Líbano e Irak", dijo el general Salim Idriss a CNN.

"Hemos dicho a nuestros amigos que el régimen ha comenzado a trasladar parte de su arsenal de armas químicas al Líbano e Irak. Les dijimos que no se dejaran engañar", dijo Idris a la prensa en Estambul.

"Toda esta iniciativa no nos interesa. Rusia es un socio del régimen en matar al pueblo sirio. Un crimen contra la humanidad se ha cometido y no hay ninguna mención de responsabilidad."




El secreto de los gases israelíes

«ANTE NUESTRA MIRADA»

Históricamente, las investigaciones israelíes sobre las armas químicas y biológicas fueron el factor determinante en la decisión de Siria de rechazar la Convención internacional que prohíbe las armas químicas. Y es por eso que la firma de ese documento por parte de Damasco podría acabar sacando a la luz la existencia y la posible continuación de investigaciones sobre armas destinadas a matar únicamente a la población árabe.

El doctor Wounter Basson durante su segundo juicio, en 2011. El Dr. Basson dirigió el programa secreto de investigación para la producción de armas químicas y bacteriológicas que Israel y Sudáfrica desarrollaron conjuntamente en tiempos del otro apartheid, de 1985 a 1994.

Los medios occidentales parecen extremadamente sorprendidos por el inesperado cambio de actitud de Estados Unidos ante Siria. Los mismos medios que hace dos semanas anunciaban en coro una campaña de bombardeos y la inevitable caída del «régimen», se han quedado mudos ante el retroceso de Barack Obama. Retroceso que era sin embargo muy probable, como yo mismo adelanté desde esta columna, en la medida en que la implicación de Washington en Siria carece de objetivo estratégico importante. Su política actual responde sobre todo al deseo de mantener su estatus de única hiperpotencia.

Cuando propuso la adhesión de Siria a la Convención sobre la Prohibición de Armas Químicas, retomando así al vuelo lo que había empezado siendo no más que una respuesta rápida a una pregunta de último momento, Moscú complació la exigencia retórica de Washington ahorrándole a la vez la complicación de tener que embarcarse en una guerra en este duro momento de crisis económica. De esa manera, Estados Unidos conserva en teoría su estatus, aunque todo el mundo se da cuenta de que ahora es Rusia quien lleva la voz cantante.

Las armas químicas tienen dos usos posibles: se les da un uso militar o se usan para exterminar a la población. Fueron utilizadas en las guerras de trincheras, desde la Primera Guerra Mundial hasta la agresión iraquí contra Irán, pero de nada sirven en las guerras modernas, con frentes en perpetuo movimiento. Fue por lo tanto con alivio que 189 Estados firmaron, en 1993, la Convención que prohibía ese tipo de armas, ya que ese documento les daba la posibilidad de deshacerse de las cantidades ya almacenadas de un armamento muy peligroso y a la vez inútil, cuyo cuidado se había hecho oneroso.

Su segundo uso es el exterminio de la población civil como paso anterior a la colonización del territorio donde vive esa población. En 1935-1936, la Italia fascista conquistó gran parte de Eritrea mediante la eliminación de su población con gas pimienta. Fue con ese mismo objetivo colonial que Israel financió –de 1985 a 1994– las investigaciones del doctor Wouter Basson en el laboratorio de Roodeplaat, en Sudáfrica. El régimen sudafricano del apartheid, aliado de Tel Aviv, trabajaba allí en la creación de sustancias químicas y fundamentalmente biológicas, que debían matar a la gente únicamente en función de sus «características raciales» (sic), ya fuesen palestinos, árabes en general o personas de piel negra. La Comisión Verdad y Reconciliación creada posteriormente en Sudáfrica nunca logró determinar los resultados que llegó a obtener aquel programa, ni adónde fueron a parar. Pero sí demostró la implicación de Estados Unidos y Suiza en aquel proyecto secreto de gran envergadura. Y también se demostró que varios miles de personas murieron al ser utilizadas como conejillos de Indias en las investigaciones del Dr. Basson.

Lo anterior explica por qué ni Siria ni Egipto firmaron la Convención en 1993. Y también explica por qué la posibilidad que Moscú acaba de ofrecer a Damasco de incorporarse a ella constituye una magnífica oportunidad, que no sólo pone fin a la crisis con Estados Unidos y Francia sino que además permite deshacerse de un arsenal inútil y cada vez más difícil de defender. Para precisar las cosas, el presidente Assad especificó que si Siria acepta esa opción no es cediendo a la presión de Estados Unidos sino a pedido de Rusia, lo cual es una manera elegante de subrayar la responsabilidad que Moscú asume en cuanto a la futura protección del país árabe ante un eventual ataque químico israelí.

En efecto, la colonia judía de Palestina sigue –por su parte– sin ratificar la Convención que prohíbe las armas químicas, situación que puede convertirse rápidamente en un problema político para Tel Aviv. Es por eso que el secretario de Estado John Kerry viaja este domingo a Israel, donde discutirá el tema con Benjamin Netanyahu. Si el primer ministro del último Estado colonial es hábil, debería aprovechar de inmediato esta ocasión para anunciar que su país está dispuesto a reconsiderar el asunto. A no ser, claro está, que el Dr. Basson haya logrado producir algún tipo de gas étnicamente selectivo y que los halcones israelíes sigan acariciando la posibilidad de utilizarlo.


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