lunes, 1 de julio de 2013

¿Por qué Venus y Marte eran tan importantes para algunas antiguas civilizaciones?

El planeta Venus es realmente uno de los más misteriosos del Sistema Solar. Y los seres humanos tenemos la tendencia a creer que las cosas, especialmente en lo que se refiere al Sistema Solar, no han sufrido cambios a lo largo de muchos milenios.

 Pero todo parece indicar que ello no ha sido así. Para hacerle el honor que le corresponde, la mitología presenta a Venus como una importante diosa romana relacionada con el amor, la belleza y la fertilidad, que desempeñaba un papel crucial en muchas fiestas y mitos religiosos.

Venus también se relaciona con la diosa griega Afrodita y la diosa etrusca Turan, diosa del amor y la vitalidad, patrona de la ciudad etrusca de Vulci. 

Usualmente se describía a Turan como una joven muchacha alada en las obras de arte. Las palomas y los cisnes negros eran sus animales sagrados, y su séquito se llamaban las Lasas. También era la esposa de Maris. Se asociaba con la griega Afrodita y la romana Venus. Como sucede con la mayoría de las demás deidades del panteón romano, Venus debe sus atributos a los mitos griegos de Afrodita o de Turan, la diosa etrusca de la vegetación y los jardines. En algunos mitos latinos se considera que el dios Eros era hijo de Venus y de Marte, el dios de la guerra.

Venus es el segundo planeta del Sistema Solar más cercano al Sol, y uno de los más pequeños. Se trata de un planeta de tipo rocoso, llamado con frecuencia el planeta hermano de la Tierra, ya que ambos son similares en cuanto a tamaño, masa y composición, aunque totalmente diferentes en temperatura y condiciones atmosféricas.

Y su órbita es la más circular de todos los planetas. Su presión atmosférica es 94 veces superior a la terrestre, teniendo la presión más alta de todos los planetas rocosos. 

A pesar de estar más lejos del Sol que Mercurio, Venus posee la atmósfera más cálida, pues absorbe mucho más calor del Sol. Este planeta además posee el día más largo del sistema solar: 243 días terrestres, y su movimiento es retrógrado, por lo que en un día venusiano el Sol sale por el oeste y se esconde por el este. Al encontrarse Venus más cercano al Sol que la Tierra, solo se puede ver unas cuantas horas A pesar de ello, cuando Venus es más brillante, puede ser visto durante el día, siendo uno de los tres únicos cuerpos celestes que pueden ser vistos de día a simple vista, además de la Luna y el Sol.

El planeta Venus es normalmente conocido como la estrella de la mañana (Lucero del Alba) o la estrella de la tarde (Lucero Vespertino) y, cuando es visible en el cielo nocturno, es el segundo objeto más brillante del firmamento, tras la Luna. Por este motivo, se considera que el planeta Venus debió ser conocido desde los tiempos prehistóricos. Sus movimientos en el cielo eran conocidos por la mayoría de las antiguas civilizaciones, adquiriendo importancia en casi todas las interpretaciones astrológicas del movimiento planetario.

El símbolo del planeta Venus es una representación estilizada del espejo de la diosa Venus: un círculo con una pequeña cruz debajo, utilizado también hoy para representar el sexo femenino. Siendo, al igual que Mercurio, un planeta interior, Venus nunca se aleja demasiado del Sol y por ello los antiguos mexicanos relacionaron este planeta con el astro rey. No es accidental que en distintas culturas Venus haya sido uno de los astros mas venerados. El especial interés en Venus persiste hasta nuestros días y es a Venus a donde se han enviado el mayor número de naves espaciales. En particular, la civilización maya elaboró un calendario religioso basado en los ciclos astronómicos, incluyendo los ciclos de Venus.

Venus tenía una gran importancia para los Mayas, que lo conocían bajo diversos nombres: Xux Ek o estrella avispa, ya que creían que en determinados momentos la luz del planeta era perjudicial; Nok Ek, la gran estrella; Sastal Ek, la estrella brillante, por su intenso brillo; Chac Ek, la estrella roja, por el color que adquiere cuando está cerca del horizonte. Venus es también Ahzab Kab Ek, la estrella que despierta a la Tierra. Venus está asociada al dios Kukulcan entre los Mayas, el equivalente de Quetzalcoatl. 

Cuando uno considera el movimiento de un planeta, el ciclo que rige su posición en el cielo es el denominado ciclo sinódico, que es el lapso de tiempo que tarda el planeta en cuestión en adquirir la misma posición relativa con respecto al Sol y la Tierra. 

En el caso de Venus su periodo sinódico de 584 días era dividido en cuatro partes por los Mayas: durante 236 días Venus es la estrella de la mañana (Ahzab Kab Ek); los 90 días posteriores corresponden al paso de Venus por detrás del Sol, o conjunción superior; después vienen 250 días en que Venus es la estrella de la tarde, seguidos por un breve, pero importante, período de 8 días en los cuales Venus se halla en la conjunción inferior, es decir delante del Sol, en que desaparece de la vista al no poder refleja su luz hacia la Tierra.

Es al reaparecer después de los 8 días, que dura la conjunción inferior, en que se creía que su luz podía ser altamente perjudicial para los hombres, causando “muerte, pestilencia y destrucción“, dependiendo del día en que se produjera la reaparición dentro del calendario ritual de 260 días. La creencia de la mala influencia que podría tener Venus al reaparecer después de la conjunción inferior, persistió hasta los Aztecas, quienes de acuerdo a los anales deQuauhtitlán, pensaban que sus “penetrantes rayos” podían causar heridas.

Pero a lo que los Mayas daban la mayor importancia era a los ciclos de Venus. Esto es algo que todavía hoy en día constituye un enigma. 5 ciclos sinódicos de Venus corresponden a 8 años de 365 días (5 * 584 días venusianos = 8 * 365 días terrestres = 2920 días). 

La conexión con el “año ritual” de 260 días se daba después de un Huehuetiliztli, período de 104 años que corresponde a 65 ciclos sinódicos venusinos y 146 “años rituales“. Estos números están redondeados, ya que el ciclo sinódico de Venus es en realidad de 583.92 días mientras que el año terrestre dura 365.24 días. Los Mayas tenían precisas tablas para corregir las pequeñas discrepancias entre el periodo sinódico de Venus, el año terrestre y otros ciclos.

Así, al haber transcurrido 301 ciclos de 584 días, los Mayas habían restado en total 24 días, tal como nosotros hacemos al agregar un día cada cuatro años, y con este ajuste podían predecir la posición de Venus con un error de tan solo 2 horas en 481 años. ¡Realmente increíble! El conocimiento de este ajuste por parte de los Mayas es sin duda uno de los descubrimientos más sorprendentes de la astronomía antigua. Esta enigmática importancia que los Mayas daban a Venus influyó en el diseño del templo de El Caracol, considerado como el mas importante observatorio astronómico de los Mayas, que está fuertemente relacionado con la trayectoria de Venus en el cielo. 

El culto a Venus persistió hasta el tiempo de los Aztecas, quienes la denominaban Huey Citlalín, la gran estrella, que en su carácter de estrella de la mañana se relacionaba con Quetzacoatl. Todo indica que los mayas tenían unos grandes conocimientos.

No solamente nos legaron un calendario fabuloso sino también cálculos increíbles. Conocían el calendario venusino de 584 días y, sin tener aparentemente los medios tecnológicos actuales, estimaron la duración del año terrestre en 365,2420 días, muy próximo al cálculo actual de 365,2422. Los mayas dejaron cálculos para increíbles períodos de 64 millones de años. Y en las últimas inscripciones se han encontrado cálculos que llegan a la fantástica de 400 millones de años. 

La fórmula venusina de los mayas parece imposible que se haya podido formular sin la utilización de algún tipo de ordenador: El Tzolkin tiene 260 días, el año terrestre 365 días y el venusino 584 días. Estas cifras esconden la posibilidad de una sorprendente división y suma. 365 es divisible cinco veces por 73 y 584 es divisible 8 veces. Así que la increíble fórmula nos ofrece los siguientes resultados: Para la Luna: 20 x 13 = 260 x 2 x 73 = 37960; para el Sol: 8 x 13 = 104 x 5 x 73 = 37960; y para Venus: 5 x 13 = 65 x 8 x 73 = 37960. Vemos que todos los ciclos coinciden sorprendentemente después de 37.960 años. La mitología maya dice que los “dioses” vendrían al gran lugar de descanso.

Las leyendas de los pueblos preincaicos dicen que las estrellas estaban habitadas y que los “dioses” vinieron desde la constelación de las Pléyades. Las inscripciones cuneiformes que se han encontrado en las antiguas culturas sumeria, asiria, babilonia y egipcia coinciden en presentar la misma imagen de “dioses” viniendo de las estrellas y regresando a ellas; viajaron a través de los cielos en naves de fuego, poseían armas terroríficas y prometieron la inmortalidad a los hombres. Podemos considerar como algo natural que los pueblos antiguos buscasen sus dioses en el cielo y liberasen su imaginación al describir su magnificencia y sus fantásticas apariciones.

Pero, aún así, todavía quedan muchas incógnitas por resolver. El interés de los mayas en la astronomía no parece justificación suficiente para explicar esta supuesta relación con inteligencias de otros planetas. Entre los enigmas está el conocer cómo sabían los mayas la existencia de planetas como Urano y Neptuno.

 Otro enigma lo constituye el hecho de que el observatorio de Chichén Itzá no está dirigido hacia las estrellas más luminosas. Chichén Itzá (que significa “Boca del pozo de los brujos de agua”) es uno de los principales sitios arqueológicos de la península de Yucatán, en México, ubicado en el municipio de Tinum, en el estado de Yucatán. Es uno de los vestigios más importantes de la civilización maya.

Y los enigmas no se detienen. Por ejemplo, ¿qué significa el relieve en piedra encontrado en Palenque representando un personaje que parece estar manejando una nave espacial? ¿Cómo se puede explicar que el calendario maya contenga el cálculo de la astronómica cifra de 400 millones de años?

No encontramos explicaciones racionales para determinar dónde obtuvieron los mayas el conocimiento necesario para calcular los años solares y venusinos con una precisión de hasta cuatro decimales 

¿Quiénes les transmitieron estos conocimientos astronómicos? Como ejemplo de esta enigmática relación entre Venus y nuestro planeta en tiempos remotos y en otras culturas, tenemos el caso de una cueva en el Kohistán, India, de unos 14.000 años de antigüedad, en donde podemos ver un dibujo que reproduce la exacta posición de las estrellas hace 10.000 años y muestra a los planetas Venus y la Tierra unidos por enigmáticas líneas.

Nuestro conocimiento de los planetas del sistema solar todavía es bastante incipiente. Por lo poco que sabemos, Marte parece ser el único planeta en el que la vida, tal como la entendemos, podría existir en cantidades limitadas.

Y ahora entremos en algunos conceptos astrofísicos. En astrofísica se llama zona de habitabilidad estelar a una estrecha región en donde, de encontrarse ubicado un planeta (o satélite) rocoso con una masa comprendida entre 0,6 y 10 masas terrestres y una presión atmosférica superior a los 6,1 milibares, la luminosidad y el flujo de radiación incidente permitiría la presencia de agua en estado líquido sobre su superficie. Definida por primera vez en 1959 por S. Huang, la zona de habitabilidad estelar se encuentra delimitada por dos radios: uno interno y otro externo. 

Mientras el radio interno establece la distancia mínima capaz de salvaguardar el entorno planetario de un efecto invernadero desbocado, el externo, por el contrario, muestra la distancia máxima en la que este mismo fenómeno es capaz de impedir que las bajas temperaturas aboquen al planeta a una glaciación perpetua. Junto a la zona de habitabilidad estelar, recientemente astrónomos norteamericanos han definido la denominada zona de habitabilidad galáctica.

Alejada de las fuentes intensas de radiación, sobre todo del violento centro galáctico y de las regiones activas de formación estelar, la conjunción de estas dos zonas presenta las condiciones más favorables para la aparición y posterior desarrollo de la vida en un entorno planetario adecuado.

Se llama ecósfera a la zona potencialmente apta para la generación y existencia de vida en un sistema planetario. También se llama ecósfera a una envoltura teórica alrededor de una estrella en la que un planeta no tendría una temperatura ni demasiado elevada ni demasiado baja para la existencia de vida como la de la Tierra.

 En nuestro sistema solar, sólo Venus, la Tierra y Marte están dentro de los límites de la ecósfera. Sin embargo, debemos recordar que la determinación de la ecosfera está basada en nuestra concepción de la vida. Y hasta 1962 Venus era considerada como un posible hogar para la vida. Fue el Mariner II el que llegó hasta unas 21.000 millas de Venus. Y a partir de la información que envió se consideró que el planeta Venus debía ser descartado como contenedor de vida. Los datos aportados por el Mariner indicaban que la temperatura promedio en la superficie, tanto bajo la luz solar como en la sombra era de unos 4200º C. 

A esta temperatura no puede haber agua, sino sólo lagos formados por metales fundidos. La idea popular de que Venus era la hermana gemela de la tierra se había terminado abruptamente, aun cuando se consideró que en Venus podrían subsistir todo tipo de bacterias. Pero entonces, ¿por qué Venus ejerció una atracción tan grande en algunas antiguas civilizaciones, como la de los Mayas? También los científicos declararon recientemente que la vida en Marte es prácticamente imposible, aunque esta visión se ha modificado a poco probable.

Después del exitoso reconocimiento de Marte por parte de la más reciente misión Mariner debemos considerar que la posibilidad de vida en Marte no es improbable. Está incluso dentro de los límites de las posibilidades que Marte tuviera una civilización hace milenios. Y la misteriosa luna marciana Phobos merecería ser estudiada.

En su libro “Mundos en colisión“, publicado en 1950 y aún muy discutido en círculos científicos, Immanuel Velikovsky declaró que un cometa gigante había chocado con Marte (aunque creemos que realmente se trataba de un planeta situado entre la ubicación de los actuales planetas Marte y Júpiter) y que Venus se había formado como resultado de esa colisión.

Su teoría podría demostrarse si Venus tuviese una temperatura muy alta en su superficie, nubes con hidrógeno carburado y una rotación anómala. La evaluación de los datos del Mariner II confirmaron esta teoría: Venus es el único planeta que rota “hacia atrás“, o sea, es el único planeta que no sigue las reglas de nuestro sistema solar como lo hacen Mercurio, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. 

Pero si una catástrofe cósmica fuera una posible razón para la destrucción de una civilización en el planeta Marte, eso probaría la teoría de que la Tierra pudo haber recibido visitas desde el espacio en un remoto pasado. Podría ser que un grupo de marcianos llegaran a la Tierra para fundar una nueva cultura de homo sapiens mezclándose con los nativos. Dado que la gravedad de Marte es menor que la de la Tierra, se puede asumir que los seres de Marte eran verdaderos gigantes. Esto se vería confirmado por las leyendas sobre gigantes que vinieron de las estrellas, que movieron enormes bloques de piedra y que instruyeron a los hombres.

Y aquí entra en escena Brian Desborough, que nació en el condado de Dorset, en el sur de Inglaterra, y fue Director de Investigación y Desarrollo de varias compañías norteamericanas de alta tecnología. También ha sido consultor en compañías dedicadas a la industria aeroespacial.

Además de diversos artículos, ha escrito varios libros entre los que destacan: “they cast no shadows” y “a blueprint for a better world”. En sus escritos ha tenido en cuanta esta frase del físico Nikola Tesla: “La ciencia en sí misma es perversa, a menos que tenga como objetivo el bienestar de la Humanidad”. Y Brian Desborough añade: “Las verdades históricas, religiosas y políticas han sido escondidas a la gente a fin de perpetuar los conflictos armados“. 

Y continúa. “Del mismo modo, si la tecnología en la actualidad fuera utilizada para favorecer a la Humanidad, la enfermedad, el hambre y la contaminación ambiental serían prácticamente erradicados“. Brian Desborough ha recopilado información muy detallada sobre el mundo antiguo.

 Y sus propios estudios sugieren que, alrededor del 4.800 a.C (aunque tenemos ciertas dudas de que esta fecha no sea anterior), un cuerpo inmenso, que ahora conocemos como Júpiter, irrumpió en nuestro sistema solar procedente del espacio exterior. A causa de esta repentina irrupción, los planetas exteriores quedaron fuera de control y este nuevo planeta, Júpiter, al final chocó con un planeta que giraba entre los actuales planetas Marte y Júpiter, y cuyo nombre se supone que era Faetón.

En la mitología griega Faetón ( ‘brillante’ o ‘radiante’) era hijo de Helios y de Clímene, esposa de Mérope. Alternativamente, fue considerado el hijo que Eos dio a Céfalo y que Afrodita robaría cuando no era más que un niño, para convertirlo en un daimon, guardián nocturno de sus más sagrados santuarios. Los cretenses le llamaron Adymus, que para ellos significaba estrella de la mañana y de la tarde. Faetón alardeaba con sus amigos de que su padre era el dios-sol. Éstos se resistían a creerlo y Faetón terminó acudiendo a su padre Helios, quien juró por el río Estigia darle lo que pidiera. Un día Faetón quiso conducir su carruaje, que era el mismo Sol. Aunque Helios intentó disuadirle, Faetón se mantuvo inflexible.

Cuando llegó el día, Faetón se dejó llevar por el pánico y perdió el control de los caballos blancos que tiraban del carro. Primero giró demasiado alto, de forma que la tierra se enfrió. Luego bajó demasiado, y la vegetación se secó y ardió. Faetón convirtió accidentalmente en desierto la mayor parte de África, quemando la piel de los etíopes hasta volverla negra. Finalmente, Zeus fue obligado a intervenir golpeando el carro desbocado con un rayo para pararlo, y Faetón se ahogó en el río Erídano (el italiano Po).

Su amigo Cicno se apenó tanto que los dioses lo convirtieron en cisne. Sus hermanas, las helíades, también se apenaron y fueron transformadas en álamos, según Virgilio, convirtiéndose sus lágrimas en ámbar.

En las primeras referencias homéricas Faetón es simplemente otro nombre del propio Helios. Posteriormente fue reemplazado por Apolo como dios-sol. Se conservan fragmentos de la tragedia de Eurípides sobre este mito, Phaethon.

El tema de la estrella caída debe haber sido conocido en Israel, pues Isaías se refiere a él cuando amonesta al rey de Babilonia. La Enciclopedia Judía cuenta que «es obvio que el profeta, al atribuir al rey babilonio un exceso de orgullo, seguido de su caída, tomó la idea prestada de una leyenda popular relacionada con la estrella de la mañana». La imagen de la estrella caída reaparece, sin un nombre concreto, en el Apocalipsis de San Juan. En el siglo IV, San Jerónimo de Estridón, santo y doctor de la Iglesia, tradujo ‘estrella de la mañana’ por «Lucifer», trasladando el elemento mítico de la estrella caída a la mitología cristiana.

Los restos de Faeton se convirtieron en el cinturón de asteroides y una parte desgajada de Júpiter se separó para convertirse en el planeta que ahora conocemos como Venus. Cuando Venus, un trozo inmenso de materia informe, fue proyectado al espacio, destruyó la atmósfera y la vida de Marte antes de que fuera atrapado por el campo gravitacional de la Tierra. Venus orbitó la Tierra antes de que su velocidad lo lanzara a su posición actual en el sistema solar.

Fueron esas órbitas alrededor de la Tierra las que causaron una gran devastación, acompañada de gigantescos maremotos, aproximadamente en el 4.800 a.C. Brian Desborough también considera que, antes de este tiempo, Marte giraba alrededor del Sol en la órbita actual de la Tierra y nuestro planeta estaba mucho más cerca del Sol. La brillante luz de Venus cuando pasó cerca de la Tierra puede estar relacionada con la idea de Lucifer, el «portador de la luz».

 Y es significativo, como posible apoyo a la teoría de su aparición alrededor del 4800 a.C., que los registros mesopotámicos y centroamericanos más antiguos no incluyen a Venus en sus recuentos planetarios iniciales, apareciendo posteriormente. Hubo una verdadera obsesión con Venus en muchas culturas, al que se le hacían sacrificios humanos.


Y aquí volvemos a explicar algunos conceptos de astrofísica. Cuando se proyectan partículas sobre una placa que vibra, pueden recrearse las órbitas planetarias del sistema solar.

Cuando las ondas vibratorias que se mueven hacia afuera del centro de la placa se encuentran con ondas que se mueven en la otra dirección, se forma una llamada onda estacionaria cuando las dos chocan. Esto causa que las partículas se reúnan y creen una serie de círculos concéntricos. 

Éstos serán espaciados equitativamente si frecuencias solas chocan entre sí. Pero si, como con el sistema solar, está involucrado un espectro de frecuencias, los círculos serán espaciados de manera desigual de conformidad con las presiones vibracionales. Los objetos más pesados puestos en cualquier lugar sobre la placa serán atraídos a uno de estos círculos concéntricos y estos objetos mismos formarán patrones de onda alrededor de sí mismos que atraerán objetos más livianos hacia ellos.

En nuestro sistema solar, las ondas más fuertes están siendo emitidas desde el centro por el Sol, porque representa el 99% de la masa del sistema solar. Estas ondas solares interactúan con otras ondas cósmicas formando así una serie de ondas estacionarias que, a su vez, forman círculos concéntricos o campos vibracionales orbitando alrededor del Sol. Los cuerpos más pesados, los planetas, son atrapados en estos círculos y por lo tanto giran alrededor del Sol.

Los planetas también crean círculos de onda menos poderosos alrededor de sí mismos y éstos pueden atraer cuerpos más livianos que giran alrededor de ellos. La Luna girando alrededor de la Tierra es un típico ejemplo.Si algo perturbara esta armonía de interacción vibracional afectaría a estos círculos concéntricos de energía y, si fuera suficientemente fuerte, podría cambiar la órbita de planetas. Lo que algunos astrofísicos suponen que ocurrió con Júpiter y Venus sería lo suficientemente fuerte para provocarlo. Estos círculos de ondas estacionarias existen alrededor del Sol en relación con las presiones vibracionales involucradas, aunque no lo orbite un planeta.

Existen y un cuerpo planetario simplemente puede ser atrapado. Por lo tanto hay muchas más de estas vías vibracionales que planetas en el sistema solar, y si un planeta o cuerpo es expulsado de su órbita, puede quedar atrapado en otra órbita, cuando su velocidad disminuye lo suficientemente para ser capturado. Según Desborough esto es lo que parece ocurrió cuando las fantásticas presiones vibracionales del cometa Venus pasaron cerca de Marte y la Tierra y los movieron a órbitas diferentes.


Desborough afirma que Venus habría sido un cometa cubierto de hielo, que se habría desintegrado cuando se acercó a la Tierra y llegó a un punto conocido como el límite de Roche, que es un dispositivo de seguridad vibracional. Cuando dos cuerpos están a punto de colisionar, el de menor masa empieza a desintegrarse en el límite de Roche. En este caso, el hielo habría sido proyectado de la superficie de Venus hacia la Tierra.

También, cuando entró en el cinturón de Van Allen, que absorbe gran parte de la radiación peligrosa del Sol, el hielo habría sido ionizado y, por lo tanto, atraído hacia los polos magnéticos de la Tierra. Miles de millones de toneladas de hielo, enfriado a -273 grados centígrados, se habrían posado en las regiones polares, congelándolo todo en poco más de un instante. Esto explicaría el misterio de los mamuts encontrados en Siberia congelados repentinamente. 

El mamut, contrariamente a la creencia generalizada, no era un animal de regiones frías, sino que vivía en templados prados. De algún modo, esas regiones templadas fueron congeladas instantáneamente. Esto queda probado por el hecho de haberse encontrado mamuts congelados con las hiervas que comían, perfectamente conservadas, en su estomago. Si este hielo ionizado hubiese caído procedente de Venus, la mayor concentración habría estado en la zona de los polos magnéticos, porque es donde habría habido la fuerza de atracción más fuerte. Y, en efecto, la masa de hielo en las regiones polares es mayor en los polos que en la periferia. Esto podría explicase mediante la teoría de Venus.

En el libro de Job, que se considera es mucho más antiguo que el resto de la Biblia, se hace esta enigmática pregunta:«¿De dónde vino el hielo?». Los antiguos habitantes del planeta podían haber tenido mapas de los polos norte y sur antes de que el hielo los cubriera (ver mapas de Piri Reis). Los polos estaban libres de hielo hasta hace aproximadamente unos 7.000 años, que coincide con esta supuesta catástrofe ocurrida alrededor del 4.800 a.C. Esto implicaría que en realidad no hubo una edad de hielo como se supone oficialmente. Antes de este gigantesco cataclismo, la Tierra tenía un ambiente tropical uniforme, como han mostrado las plantas fosilizadas.

Esto habría cambiado no sólo por la llegada repentina del hielo, sino también por la destrucción de la bóveda de vapor de agua que cubría la Tierra, tal como se describe en el Génesis y otros textos antiguos. Esta bóveda habría garantizado un ambiente tropical uniforme, que repentinamente se extinguió. Este dramático cambio en la temperatura en los polos habría chocado con el aire tibio y causado vientos devastadores, tal como se describe en las leyendas y mitos chinos. Las presiones creadas al orbitar Venus alrededor de la Tierra habrían producido un maremoto con olas de 3 km. de altura en los océanos, que concuerda con las pruebas de que la agricultura empezó en altitudes superiores a los 3000 metros.

En su obra “Leyes”, Platón explica que la agricultura comenzó en las montañas después de que una inundación gigantesca cubrió todas las tierras bajas. El botánico Nikolai Ivanovitch Vavilov estudió más de 50.000 plantas salvajes en todo el mundo y descubrió que se originaron en sólo ocho áreas diferentes: todas ellas en terreno montañoso. 

El maremoto habría causado presiones sobre la superficie terrestre de unos 310 Kgs/cm2, creando nuevas cordilleras y fosilizándolo todo en pocas horas. Esto puede probarse ya que hoy en día puede crearse piedra artificial mediante presiones de esta magnitud.

Se han encontrado árboles fosilizados intactos y eso sería imposible a menos que ocurriese en un instante, porque el árbol normalmente se habría desintegrado antes de que pudiera ser fosilizado durante un amplio período de tiempo. 

De hecho actualmente no se forman fósiles de esta clase. Según Desborough son el resultado de estos cataclismos. Immanuel Velikovsky causó indignación en medios científicos, a mediados del siglo XX, sugiriendo que la Tierra habría sufrido enormes catástrofes cuando Venus, que entonces era un cometa, se precipitó en esta parte del sistema solar antes de establecerse en su órbita actual.

Cuando la misión Mariner 10 fotografío Venus, las teorías de Velikovsky demostraron ser correctas, incluyendo lo que parecían ser los restos de una cola de cometa. Las imágenes del Mariner 9 en Marte también confirmaron algunas de las teorías de Velikovsky, que había afirmado que el cometa Venus, en su órbita algo errática por la zona del sistema solar próxima a la Tierra, había chocado levemente con Marte, como las bolas de billar que se rozan para cambiar su dirección, posicionándose en su órbita actual. Esto habría ocurrido aproximadamente el 1.500 a.C.

 Para corroborar que alrededor de esta fecha algo ocurrió en el Sistema Solar, se puede leer el artículo “Un día de 1588 a de C, ¿se detuvo el Sol?”. Según Montesinos y otros cronistas, un acontecimiento de lo más inusual tuvo lugar durante el reinado de Titu Yupanqui Pachacuti II, decimoquinto monarca del Imperio Antiguo. Fue en el tercer año de su reinado, en que «las buenas costumbres se olvidaron y la gente se entregó a todo tipo de vicios», cuando «no hubo amanecer durante veinte horas».

 Es decir, la noche no terminó cuando tendría que haberlo hecho y la salida del Sol se retrasó durante veinte horas. Después de un gran lamento, de confesiones de los pecados, sacrificios y oraciones, el Sol apareció finalmente. Esto no pudo ser un eclipse: no fue que el Sol se viera oscurecido por una sombra. Además, ningún eclipse dura tanto, y los peruanos eran conocedores de estos eventos periódicos. El relato no dice que el Sol desapareciera; dice que no salió -«no hubo amanecer»-durante veinte horas. Fue como si el Sol, dondequiera que estuviera escondido, se hubiera parado de pronto. Evidentemente no fue el Sol el que se detuvo, sino que se frenó la rotación terrestre.

Si los recuerdos andinos son ciertos, en algún otro lugar -en la otra parte del mundo-, el DÍA tuvo que ser igual de largo, y no debió terminar cuando debería de haber terminado, por ser un día veinte horas más largo. Entonces Josué le habló a Yahveh, el día en que Yahveh entregó a los amorreos a los Hijos de Israel, diciendo: “la vista de los israelitas, que el Sol se detenga en Gabaón y la Luna en el valle de Ayyalón.

Y el Sol se detuvo, y la Luna se paró, hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos”. Cierto es, pues todo esto está escrito en el Libro de Jashar: ”el Sol se detuvo en mitad de los cielos y no se apresuró en bajar en casi un día entero”. 

Las aparentes divergencias en las fechas para las grandes catástrofes se justifican por el hecho de que se produjeron varios cataclismos en este período de 11.000 a 1.500 a.C, y aún más recientemente. Los estudios efectuados por astrofísicos señalan que Marte fue devastado por estos eventos relacionados con la irrupción de Venus. Marte fue lanzado fuera de su órbita y siguió una órbita elíptica muy inestable que lo llevó entre la Tierra y la Luna cada 56 años.

El último de estos pasajes parece haber sido aproximadamente en 1.500 a.C., cuando un gran volcán estalló en la isla griega de Santorini y terminó con la civilización Minoica en Creta. En este mismo período, entre 1.600 y 1.500 a.C., los niveles del océano disminuyeron aproximadamente un 20 por ciento, se formaron lagos glaciales en California, y se vació un inmenso lago en el fértil Sahara, apareciendo en su lugar el desierto que vemos hoy día.

Al final, Marte se estableció en su órbita actual, pero para aquel entonces la vida sobre su superficie había sido arrasada. De nuevo las evidencias sobre Marte apoyan esta teoría. La misión a Marte Pathfinder descubrió que las rocas marcianas carecían de erosión suficiente para haber estado en la superficie más de 10.000 años. Brian Desborough cree que la Tierra estuvo una vez mucho más cercana del Sol de lo que está hoy y que Marte orbitaba alrededor de donde la Tierra reside ahora. Ello explicaría el clima mucho más tropical durante al época de los dinosaurios.

 Si los profundos cañones en la superficie de Marte fueron causados por masivos torrentes de agua, tiene que haber habido un ambiente más cálido en Marte, ya que actualmente es tan frío que el agua se congelaría en un instante y la atmósfera de casi vacío haría al agua evaporarse en un instante.

Desborough dice que la mayor proximidad de la Tierra al Sol provocó que los primeros seres humanos de la Tierra fueran de raza negra, con la pigmentación adecuada para resistir mejor los potentes rayos del Sol. Esqueletos antiguos encontrados cerca de Stonehenge en Inglaterra y a lo largo de la costa de oeste de Francia demuestran características nasales y vertebrales de tipo africano. Desborough afirma que Marte, entonces con un ambiente muy parecido al nuestro, tenía una raza blanca antes del cataclismo con Venus.

Sus investigaciones le han convencido de que los marcianos blancos construyeron las pirámides registradas en Marte y fueron a la guerra con una raza negra avanzada para conquistar la Tierra. Estas guerras, dice, son las guerras de los «dioses» descritas en incontables textos antiguos, sobre todo en los Vedas Hindúes, en que se describe el uso de naves voladoras y de terroríficas armas. 

Desborough añade que después del cataclismo, los marcianos blancos que se habían establecido en la Tierra fueron abandonados aquí sin su tecnología y con su planeta de origen devastado. Estos marcianos blancos se convirtieron en los pueblos blancos de la Tierra.

Algunos científicos afirman que cuando la gente blanca es sumergida en tanques de privación sensoriales por períodos largos, su ritmo circadiano tiene una frecuencia de 24 horas 40 minutos, que no corresponde al período rotacional de la Tierra, sino de Marte. En biología, los ritmos circadianos (del latín circa, que significa ‘cerca’ y dies, que significa ‘día’) o ritmos biológicos son oscilaciones de las variables biológicas en intervalos regulares de tiempo. 

Todos los animales, las plantas y probablemente todos los organismos muestran algún tipo de variación rítmica fisiológica (tasa metabólica, producción de calor, floración, etc.) que suele estar asociada con un cambio ambiental rítmico. En todos los organismos eucariotas así como muchos procariotas y hongos se han documentado diferentes ritmos con períodos que van desde fracciones de segundo hasta años. Si bien son modificables por señales exógenas, estos ritmos persisten en condiciones de laboratorio, aun sin estímulos externos.

Esto no es el caso con razas no blancas que están en armonía con la rotación de la Tierra. Desborough cree que estos marcianos blancos eran una raza avanzada del mundo antiguo conocida como los fenicios o los arios y empezaron el largoproceso de regresar a su anterior poder tecnológico después de los trastornos que destruyeron la superficie de su propio planeta y devastaron la Tierra. 

Una raza blanca, conocida como los arios o los fenicios, fueron los precursores de la civilización egipcia. Y la Meseta de Giza, donde fue construida la gran pirámide, era antes conocida como El-Kahira, un nombre que derivaba del sustantivo árabe, El- Kahir (de donde proviene El Cairo), un nombre para designar a Marte. Los textos antiguos revelan que la medición del tiempo estaba muy relacionada con Marte, y el 15 de marzo, los Idus de Marte, era una fecha clave en su calendario relacionado con Marte, como también lo es el 26 de octubre. 

El primero conmemoraba el inicio de la primavera y el segundo era el final del año en el calendario celta. Las historias del Santo Grial del Rey Arturo también esta relacionado con este tema, ya que Camelot significa Ciudad de Marte. Todo parece indicar que se sufrieron trastornos cataclísmicos en la Tierra durante el período comprendido entre 11.000 y 1.500 a.C.

Con el primero terminó la conocida como Era Dorada y arrasó las avanzadas civilizaciones que habían existido hasta entonces. Las razas de origen extraterrestre abandonaron a tiempo este planeta o consiguieron sobrevivir migrando a altas montañas o internándose en el interior de la Tierra.

Lo mismo sucedió con cataclismos posteriores. Muchos de los extraterrestres y la mayoría de los seres humanos de la Tierra no sobrevivieron a estas catástrofes. Los que lo hicieron tuvieron que empezar de nuevo sin la tecnología antes disponible.

Leyendo las antiguas tradiciones parece que los supervivientes se dividieron entre los extraterrestres, que conservaron parte de los conocimientos avanzados, y los seres humanos que se convirtieron en esclavos de los otros. 

Pero también podemos subdividir los supervivientes extraterrestres entre aquellos que deseaban usar sus conocimientos positivamente y comunicarlos a la humanidad, y aquellos que trataron de acumular los conocimientos y usarlos para manipular y controlar a esta misma humanidad.

 La lucha encubierta entre estas dos facciones sobre el uso de los conocimientos todavía continúa hoy día (ver los artículos de la serie “Los “dioses” de la antigua Sumer, ¿siguen estando presentes en la actualidad?”). A medida que la humanidad se recuperaba de los cataclismos del 11.000 a.C., otros cataclismos causaron más devastación durante los miles de años que siguieron y la humanidad se enfrentó a nuevos renacimientos.

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